domingo, 8 de julio de 2007

ensayo sobre un posible ingrediente de la felicidad

Las cosas no son tan tristes como parecen a veces en este espacio.
Me interesa trasmitirles esto.
Es verdad que la mayoría de las cosas aca publicadas las escribí en momentos de tristeza.
La tristeza es para mí, entre muchas otras cosas, un canal profundo que me conecta con emociones de la misma calaña (o sea profundas). Sin embargo no es mi entención vivir triste. Todo lo contrario. Creo que lo ideal es aprender de los momentos de angustia, salir de ellos (para esto a veces es inevitable tocar fondo) y utilizar lo aprendido en la instancia de plenitud a la que se llega si uno se hace cargo de las cosas que le suceden.

Ahora estoy en mi vida en una instancia de plenitud, hoy en particular un poco analítica al respecto. Y lo que pensé antes de escribir esa no tan breve introducción (me refiero al primer párrafo) es que quiero decirle a quién lea esto que una de las cosas mas lindas de este mundo son los colores.
Este tipo de reflecciones puede sonar trillado y cursi. Pero debe ser así por que cuando uno lo reflecciona por si mismo, a pesar de que lo haya escuchado veintemil veces antes en canciones de grupos como Los Beatles, es tan verdadero y placentero verlo, sentirlo y darse cuenta de que los colores son importantes y lindos y vitales y graciosos y que te dan ganas de saltar y correr y de remontar un barrilete en el río con tu papá como cuando eras chiquitita (esto último es un ejemplo claramente personal), que es entendible que tanta gente haya querido trasmitirlo al resto del universo colorido.

Yo no soy más que eso; alguien que esta en una etapa de colores intensos y quiere expresarlo en un lugar que no quede guardado en el cajón de la mesita de luz.
A lo mejor un día, esperemos no muy lejano, escriba una canción... pero entonces no voy a poder explicar todo esto. Bueno, a lo mejor sí, pero de otra manera no tan analítica.